El Remanso

domingo, agosto 06, 2006

7. Cada día, te alabo

Cuando despierto, Señor,
y la noche se ha disipado,
¡cuán hermoso es haber confiado
en tu amante cuidado!

Cuando alborea la mañana,
mis oídos se deleitan en escuchar
cantos de aves, al entonar
alabanzas al Creador.

En las madrugadas
cuando mi descanso acompañas
me cubres de omnipresencia
con tus alas desplegadas.

Cada mañana
te invoco al abrir mis ventanas
y te ofrezco el don de mis manos.
para sentirte más cercano.

Día tras día
escuchas mis plegarias,
¡Confío en ti con alegría!
¡Nunca me has defraudado!

En el día de la angustia
inclinas tu oído a mi aflicción,
me rodeas de misericordia
y me gozo en tu comunión.

En todo tiempo,
Al acostarme, al levantarme,
por delante y por detrás,
me resguardas con tu paz.

Para siempre
Asiré mi mano de tu diestra,
te alabaré, porque eres bueno,
y confiado, en tu seno duermo.

(5 noviembre l994)