El Remanso

domingo, agosto 06, 2006

10. Bendita oración

Palabra buena y sagrada para el creyente; apoyo para el desorientado; para el desanimado, consuelo; y para el sufriente, alivio.

Poder Divino, al alcance humano. Vigor para el espíritu humilde o el engrandecido, eficacia para el saciado o el mendigo, bálsamo para el sabio o el ignorante.

La oración, es fuerza poderosa que cierra la boca de leones, desvanece el veneno de serpientes y quita las plagas de en medio del pueblo.

Milagro que llena con aceite las vasijas vacías, que provee el pan nuestro de cada día y detiene el sol en el momento indicado.

Fuerza multiplicadora de panes y peces, y que provee maná en medio del desierto que transitan los peregrinos.

Oración, torbellino de milagros, respuesta protectora con la invisible presencia de ángeles, maravilloso poder que levanta paralíticos de sus lechos y muertos de sus tumbas.

Antorcha en los caminos peligrosos de la vida, picaporte que destraba los cerrojos de cárceles impenetrables y puede cerrar las puertas del infierno para el descarriado.

Oración, es presencia poderosa en las convocatorias para la conquista del bien. Firme aliento que conmueve los corazones, que transforma la vida, que da victorias sobre el mal y sus huestes. Hace llover y salir el sol sobre justos e impíos.

La oración, posee en sus entrañas el poder de vivificar la fe, de fortalecer nuestras debilidades y transformar un Getsemaní en la más preciosa Salvación.

Oración, es el sublime recurso del cielo que cicatriza las heridas del alma, convence de pecado al caído y le tiende la mano en rescate seguro.
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Dulce y sagrada oración, misterio del amor infinito, extiende tus alas sacrosantas sobre nuestro entendimiento, penetra en las mentes sinceras y derrite con el calor Divino nuestros corazones de hielo y piedra.

Grata y deliciosa palabra de oración, nos rendimos confiadamente a tu sombra para que en el jardín del corazón florezcan la alegría y la confianza en el eterno bien de la paz y de la piedad.

¡Bendita seas, Oración! ¡Bendita seas en la hora de nuestras necesidades y nuestras angustias! ¡Bendita eres en nuestras alegrías y alabanzas! ¡Bendita eres, ahora y para siempre!

(11 de setiembre de 1998)