El Remanso

domingo, agosto 06, 2006

12. Señor...

En la incesante ruta de afanes y vaivenes,

dame el alivio de tu aceite sanador para las llagas de mi pecado;
graba en mi alma tus suaves ondas de amor;
envuélveme con tus brillantes lazos de incesante luz ;
corona mis sienes con la belleza de tu santidad;
llena mi alma con el bálsamo de tu sangre redentora;
quebranta mi orgullo de vanidades al pie del sagrado madero;
inclínate y dame un abrazo, abrazo de cruz;
murmúrame al oído : ¡Eres mío, te amo, hijo mío!

Y en la llanura de mi resignada impotencia
tan sólo te pido sabiduría,
y ansío descansar en el remanso
de tus infinitas aguas cristalinas.

(11 de noviembre de 2000)